8 CONSEJOS PARA SOBREVIVIR AL NANOWRIMO

Si eres una de esas personas que todavía no se ha enterado qué es eso del NaNoWriMo (nano para los amigos) es que debes vivir debajo de una piedra, porque todos los escritores y escritoras de turno estamos hablando del tema. NaNoWriMo es el acrónimo en inglés para «mes nacional de escribir novelas». No es un acrónimo que sea ya del todo preciso, pues más que nacional se ha convertido en internacional, pero sigue capturando la idea bastante bien. Consiste en escribir una novela de 50.000 palabras en un mes, 1667 palabras por día. Nada más y nada menos.

Puede que para algunos escritores experimentados esto no sea más que un juego de niños. Pero para los que estamos empezando, el Nano nos presenta un reto muy, muy difícil. ¿Escribir una novela en un mes? ¿1667 palabras todos los días? Algunos se podrían echar a temblar, y no es para menos. Yo mismo me eché a temblar. Cuando empecé mi primer nano estaba convencido de que no iba a terminarlo por dos razones: 1) no creía tener la fuerza de voluntad y 2) no había terminado un proyecto tan largo en mi vida. Sorprendentemente, estaba equivocado, y acabé con un manuscrito debajo del brazo que todavía espera pacientemente a ser corregido.

Y es que el Nano es eso (entre otras muchas cosas): superarnos a nosotros/as mismos, sorprendernos, e ir más allá de donde no habíamos ido.

Hoy os voy a hablar de mi experiencia en el nanowrimo, para quién creo que es apropiado y para quién no, y qué te recomiendo si participas.

NaNoWriMo: un apunte personal.
Ya he hablado del nano varias veces en el blog, contando mi experiencia semanalmente, pero después de dos años participando en el evento, me parece un buen momento para mirar atrás y hablar de qué ha significado para mí esta experiencia. Tal vez te convenza para participar a ti.

Mi primer nano fue en 2015, y me decidí a participar el día antes de que comenzase el reto. Empecé motivado, pero sin muchas esperanzas de ganar por las razones ya comentadas. Hasta entonces, era una de esas personas que tenía cincuenta proyectos empezados pero ninguno acabado. A menudo me fallaba la fuerza de voluntad para terminar novelas o cuentos, y todo lo que tenía se quedaba abandonado, casi siempre por excusas estúpidas. «No estoy preparado para escribir esto», «ahora mismo no tengo tiempo»… Hay una frase que me encanta y que repito mucho: quien quiere, encuentra una manera, y quien no, encuentra una excusa. Decidí dejar de buscar excusas y ponerme de verdad con lo que quería hacer: escribir. El Nano era la excusa que necesitaba.

Lo cierto es que no tengo ningún mal recuerdo de mi primer Nanowrimo. Todo lo que me queda es lo bueno. Recuerdo escribir mucho, agobiarme, llegar a casa cansado y estrujarme el cerebro para sacar aunque fueran 1000 palabras. Pero no lo recuerdo como una mala experiencia, ni dolorosa ni cansada. Sí recuerdo el día que terminé la novela. Estaba tan feliz y exultante que solo podía expresar mis sentimientos con gifs. Imprimí el certificado que te dan y lo colgué en mi corcho (¿lo podré poner en el CV?). Llamé a una amiga para contárselo. Lo comenté en la cena en casa. No solo había terminado una novela, me había demostrado a mí mismo que podía hacerlo. Podía escribir una historia completa, con su introducción, su nudo y desenlace, con sus personajes, sus diálogos, sus muertes, sus momentos de tensión. Una historia, buena y mala, pero una historia al fin y al cabo.
Es curioso cómo, con el tiempo, siempre nos quedamos con lo bueno.

Mi nanowrimo ilustrado.

Para mí aquello fue una revelación, un antes y un después en mi vida personal y profesional. Había empezado y terminado una novela. Y si lo había hecho una vez, podría volver a hacerlo. Aprendí muchas cosas sobre mí mismo y sobre escribir aquel noviembre de 2015, pero la más importante resultó ser así de simple: puedes terminar una novela.

Por consecuencia, recomiendo muchas veces el nanowrimo. ¿Cómo no hacerlo, después de lo que te he contado? Sin embargo, sí es cierto que el nano no es para todo el mundo. Algo que a mí me funciona no tiene por qué funcionarte a ti, y por eso el mundo es tan entretenido. Guillermo de Lecturonauta escribió un artículo muy interesante sobre por qué a él el Nano no le interesaba en absoluto. Os lo recomiendo mucho. No os tenéis por qué quedar con mi punto de vista.

Para quién sí y para quién no.
Para quién sí.
Para todos aquellos que, pese a que les gusta escribir, no han terminado una novela nunca.
Para quienes traten de implantarse el hábito de escribir todos los días.
Para los que quieren escribir una novela sin grandes pretensiones: simplemente por el gusto de escribir.
Para quiénes la presión de tener un número de palabras mínimo y una fecha tope es positiva, y se pueden desenvolver bien en ella.
2. Para quién no.
Para escritores/as profesionales que ya escriben 1667 palabras al día, o incluso más. Esto va a ser muy fácil para vosotros/as.
Para aquellos que tienen muchas novelas en el cajón esperando a ser corregidas. No acumules más novelas, ¡corrige!
Si te presiona mucho la idea de escribir tanto al día y crees acabarás por no escribir nada en absoluto, y encima, triste. No vale la pena.

Esto es, evidentemente, bastante general. Yo mismo tengo bastantes novelas sin corregir en el cajón y me voy a poner a acumular más, y Ana González Duque es una escritora profesional que probablemente haga más de 1667 palabras al día, y también va a participar. Así que ya veis, no hay nada escrito (premio al mejor chiste). Participa quien quiere y como quiere. Puedes apuntarte a un Nano para corregir, para escribir relatos o novelas cortas, o incluso tu tesis doctoral o cualquier proyecto de no ficción.

Si tú, escritor o escritora que estás detrás de la pantalla, decides participar, espero que los consejos que aquí expongo te sean de utilidad, o que al menos te entretengan un rato.

  1. Haz una escaleta…
    Una de las cosas que siempre se recomiendan es que sepas de antemano qué es lo que va a pasar en tu novela. No quieres que el calendario llegue al 15 de noviembre, tengas que escribir 1667 palabras, y tú no tengas la menos idea de qué contar. Por eso siempre es recomendable tener un mapa a mano, saber a dónde va tu historia. En otras palabras, tenerlo todo atado.

Estoy leyendo ahora a Rachel Aaron, una escritora norteamericana que explica cómo pasó ella de escribir 2.000 palabras al día a 10.000. Nada más y nada menos. Esta señora debe tener los dedos sin huella dactilar, a juzgar por el ritmo al que escribe. Ella juega en otra liga: las 24 horas de su día son para escribir. Pero aún así lo que cuenta es interesante. Menciona que uno de los factores que a ella le hicieron escribir mejor fue el conocimiento, el saber de antemano qué iba a escribir antes de ponerse a ello. Descubrió que cada vez que escribía con una escaleta al lado su productividad subía como la espuma.

Es sin duda un buen consejo. Planifica. Tienes que saber a dónde vas.

En mi experiencia, yo no puedo hacer una escaleta detallada: me aburre. Me gusta descubrir las cosas al mismo tiempo que las voy escribiendo. La primera novela de mi Nanowrimo la escribí así, y aunque me lo pasé pipa, a la hora de corregir me di cuenta de que no era práctico. La novela estaba para reescribir. Con el siguiente Nanowrimo tomé cartas en el asunto, y aunque no hice una escaleta detallada, sí sabía qué iba a suceder en cada momento, cuál era el siguiente paso, y a dónde me estaba conduciendo todo. Tuve como resultado una novela mucho más solida y desde luego con mucho menos material que recortar o tirar.

Así que yo te diría que sí, que planifiques, al menos un poco. Gabriella Campbell escribió un artículo sobre distintos métodos para planificar una novela. Tal vez te interese.

  1. … o no.
    Porque como he dicho, tú eres tú y yo soy yo y por eso el mundo es tan interesante.

Las escaletas, lo de planificar, no tiene por qué funcionar a todo el mundo. Escribir es una cosa muy personal, y como dice el dicho, cada maestrillo tiene su librillo. Tal vez tú te sientas más cómodo/a trabajando bajo presión, tal vez te funcione empezar cada capítulo sin tener la menor idea de por donde van a salir tus personajes, y tengas que exprimirte el cerebro para llenar la página en blanco con 1667 palabras. Los escritores/as brújula están ahí, existen, y también tienen derechos.

Al fin y al cabo, Philip Pullman escribió La materia oscura sin planificar, lo cual es la prueba viviente de que se pueden escribir grandes historias sin una escaleta al lado.

Lo de planificar o no planificar es algo que se aprende con la práctica. Cada uno descubre el método con el que más cómodo se siente conforme va a escribiendo, y va encontrando el método que mejor se adapta a él. Después de mi cuarta novela encontré el punto medio entre planificar un poco y dejarme sorprender. Con la práctica, a ti te pasará lo mismo.

  1. No te preocupes por la calidad de lo que escribes: solo escribe.
    Una cosa que aprendí en el Nanowrimo era que escribir se volvía muy sencillo si dejaba apartada esa vocecita que todo el rato te grita en la cabeza cosas como: «¡qué mal lo estás haciendo!» «¡describe mejor esa escena!» «¡quita ese adverbio acabado en -mente!» «madre mía, ¿no se te ha ocurrido nada mejor?».

consejos sobrevivir nanowrimo
Toda la tarde escuchándote a ti mismo/a quejándote no es sano.

Durante el mes de noviembre lo que tienes que hacer es escribir, tener listo para el 30 un manuscrito con un principio y un final. La calidad de ese manuscrito es lo de menos, y todas los detalles que haya que corregir serán problemas de nuestros yoes futuros.

Otra cosa que también aprendí es que hay que diferenciar la autocrítica de la autodestrucción. La primera es sana, y tiene su momento (la corrección). La segunda no tiene cabida en ningún momento de nuestro proceso creativo. No está bien. No es sano, y tienes que desterrarla de tu cabeza. Durante el Nano también tuve que aprender a eliminar los comentarios negativos y autodestructivos de mi cabeza, lo cual fue muy, muy beneficioso para mi escritura. Escribía más, mejor y más feliz cuando no pensaba en si lo que estaba haciendo estaba bien o mal, y me centraba en disfrutar contando una historia.

De modo que sé autocrítico/a cuando estés corrigiendo, y no seas autodestructivo/a (o trata de no serlo) nunca. De este modo, verás como escribes más, y más feliz. No solo durante el Nano, sino siempre.

  1. Aprovecha los días buenos, porque hay días malos.
    Sí, días malos, días en los que las tareas nos aprisionan y no nos dejan ni una horita libre para escribir, y si lo hacen, somos incapaces de alcanzar las mil palabras si quiera. Hay días, incluso, en los que no podemos escribir.

No pasa nada. La realidad es esta y hay que afrontarla. Un día perdido no significa que hayamos perdido el nanowrimo.

Los días se pueden recuperar.

Porque sí, hay días malos, pero también hay días buenos. Hay domingos libres que te pegas un madrugón intempestivo y estás toda la mañana escribiendo, llegas a las cinco mil palabras, recuperas tus días perdidos y adelantas para los siguientes. Los lunes, los martes, los miércoles… pueden ser horribles, pero el fin de semana puede ser también la clave para salvar el nanowrimo.

Aprovecha los días buenos en los que tienes tiempo para escribir, los fines de semana o durante los primeros días, acumula palabras como una hormiguita durante el verano, y escribe más de 1667 los días que puedas.

Cuando vengan los días malos, lo agradecerás.

  1. No te hundas.
    No has podido escribir el lunes y tu gráfico del nanowrimo ya está por debajo de la línea marcada. Te deprimes. Al día siguiente escribes solo 500 palabras. Te deprimes todavía más. Crees que no puedes conseguirlo y abandonas.

¡No! Un día malo no es representativo de tu mes y no tiene por qué hundirte el nanowrimo.

El año pasado, durante el mes de noviembre, estuve tres días en Escocia durante los cuales no escribí NADA. Tres días con el contador a 0. Eso podría significar el fracaso absoluto, y de hecho, así es como me sentí.

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Cuando ves las palabras que te faltan, las que llevas, y el día que es.

No me hizo falta un día de 10.000 palabras para saldar mis deudas palabriles (aunque también era una posibilidad). Solo tuve que aumentar mis palabras a 1700/1800 diarias, y aprovechar mucho los días buenos. Y al final, lo terminé. Si me hubiera hundido en mi misera no lo habría terminado y ahora tendría una novela menos bajo el brazo.

Así que no te hundas. Puedes fracasar un día, y de hecho lo harás, pero eso no te convierte en un fracaso. Siempre hay tiempo para recuperar las palabras perdidas.

  1. Apóyate en los demás.
    Como decía en mi lista de correo de esta semana, una de las mejores cosas del nanowrimo es la cantidad de gente que conoces. Si te metes en el foro de tu región, conocerás a un montón de gente que también escribe, como tú, en los que puedes encontrar apoyo y a los que puedes apoyar.

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Escritores: arrejuntáos como estos dedillos tan majos.

Eso es genial y yo personalmente lo disfruté un montón. Poder hablar con gente sobre cómo llevas el reto es algo que a mitad de mes se agradece mucho. Además de que conoces gente genial y expandes tus círculos escritoriles, lo cual es siempre positivo. Incluso, te puedes animar a unirte a alguna sesión de escritura presencial que se organicen en tu ciudad. Zaragoza es donde más eventos se organizan, pero también he leído que se hagan en Valencia, Madrid o Málaga. Y si no, siempre puedes organizarlo tú.

Y no solo eso: si estás metido en Twitter, es probable que conozcas a un montón de gente que participe en el reto.Y los chicos de La maldición del escritor han organizado en el grupo de facebook grupos para organizar piques sanos entre los participantes.

Las posibilidades para conectar los unos con los otros son muchas y siempre beneficiosas.

Huelga decir que puedes seguirme en NaNoWriMo para ver qué tal llevo el proceso o en Twitter, donde lo iré compartiendo de todas formas.

  1. Haz una portada cutre.
    La propia página web del NaNoWriMo te dice que aquellos que tienen una portada para sus proyectos tienen más posibilidades de ganar. Y también me lo recomendó alguien, no sé muy bien donde. No me lo creí del todo, la verdad, y durante los dos últimos años no he hecho ninguna portada para mis proyectos.

Esta vez sí me he animado y tengo que reconocer que estaba equivocado. Tener una portada cutre es algo que anima mucho para seguir escribiendo. Con la ayuda de Canva (¡Dios bendiga Canva!) he montado esto para mi proyecto de este año:

Estáis flipando con mis habilidades de portadista, lo sé.

Es increíblemente fácil hacer una cosa así. Os lo digo yo, que soy un desastre con el diseño. Y nunca había estado tan motivado a la hora de escribir (de hecho, estoy planificando como en mi vida).

Hacéos una portada. Parece una tontería, pero motiva mucho.

  1. Si pierdes, no es el fin del mundo.
    En serio. No llegar a superar el Nano no te convierte en menos escritor/a. Todo progreso que hayas hecho durante noviembre es positivo. Si has escrito 5.000 palabras, ya son 5.000 palabras que no estaban antes. No tiene ningún sentido recriminarse las cosas que no hemos hecho, quejarse, menospreciarse y sentirnos mal con nosotros mismos. Eso no va a ayudarte de ninguna manera. Y como dice el dicho inglés, hay peces más gordos que freír.

Todos nos equivocamos, todos fallamos y todos fracasamos en algo, pero no podemos dejar que ningún fracaso nos hunda. Tal vez, como ya he dicho, el Nanowrimo no sea para ti. Tal vez te desenvuelvas mejor en otros ambientes de escrituras, sin el corsé que este evento pone a sus participantes. Hay tantas maneras de escribir como escritores/as. Así que no te desanimes si ves que esto no es para ti. Simplemente, trata de encontrar algo con lo que te sientas cómodo/a escribiendo.

Como dice la ya mencionada Rachel Aaron, «si escribir no es un placer, lo estás haciendo mal». La cuestión está en preguntarse el qué.

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